martes, 13 de julio de 2010

POR LA VENTANA VEO PASAR LA GENTE



Todos los días igual: me despierto temprano, estoy todo el día en casa, aburrido, haciendo siempre lo mismo, o sea, nada. ¿Qué sentido le encuentran a la vida si está solamente para sobrevivirla? Maldigo el día en que nací... ¡Y en mi condición! Me hubiese gustado ser de una especie superior para que no me tengan de aquí para allá a los gritos, a las patadas, siempre obedeciendo, siempre con la cabeza gacha. ¿Quién dijo que el hombre es casi perfecto? ¡No! Si lo fuera, no existirían las rejas, las cadenas...
Cuando por la ventana veo pasar la gente me pregunto qué estarán pensando. Siento envidia al verlos caminar con paso seguro. Este sentimiento nace al no saber cuál es mi camino. ¿A dónde voy? ¡A ningún lado! No puedo dirigir mis pasos a lugar alguno porque no me siento libre, no me siento capaz de decir adiós a todos los que me rodean e irme a divagar por el mundo. Hay algo que me ata, algo que me detiene. Es algo que no comprendo, es una fuerza que me sujeta, que me hace regresar siempre a mi hogar.
Autos que pasan por la avenida, gente que pasa por la vereda. Nadie me ve. Todos pasan indiferentes, nadie repara en mí. De vez en cuando una viejita me saluda. Los chicos, cuando me ven en la ventana del cuarto, generalmente me hacen burla. Y yo sin poder hacer algo, sin poder siquiera gritar. ¡Qué inútil me siento a veces! No tengo ni el derecho de expresar mis deseos. Bronca siento al pensar que no puedo, aunque sea, putear a los imbéciles que se burlan de mí. Si no fuera por esas malditas rejas de la ventana... Pero trato de no pensar en ellos: prefiero pensar en los que son como yo. Somos muchos en el mundo, pero a la mayoría nos tienen marginados. Siempre detrás de las rejas, de los muros. Estamos privados de la palabra. Será por eso que pensamos tanto. Todo el día buscando un porqué. Todo el día mirando pasar gente a nuestro lado sin poder decir algo, sin poder saludar. Solo una mirada o dos, nada más. ¿Y ellos? Nada. Nos miran, sonríen, murmuran alguna idiotez y siguen su camino. Yo quisiera decirles lo que pienso...
Estoy flaco porque como poco. Es que hay veces que prefiero estar tirado en el sofá del living o en el mismo piso fresco y no responder al llamado del almuerzo. Como lo suficiente, como para seguir vivo, nada más. ¡Y si para eso estamos! Sobrevivir es la palabra justa. Pero hay días en que no como y me desespero. Pienso mucho y creo que esa es otra de las cosas que me quitan el hambre. Yo sería un buen dietista. Adelgace pensando, sería el eslogan. ¿Su problema son los kilitos de más? ¡Piense! Me llenaría de guita. Pero mi destino está aquí, en esta casa, con mi familia, pensando las tres cuartas partes del día mientras miro por la ventana a la gente pasar.
Quizás haya alguien que se digne a pensar en mí aunque sea un minuto y se pregunte: ¿No se cansará de estar siempre ahí? Quizás también agregue con cara de lástima: ¡Pobre!... O si no, con un poco de maldad ese alguien piense: Se debe conocer vida y obra de todo el barrio... Pero hasta con esa duda me tengo que quedar: la de saber si hay alguien que piensa en mí. ¿Por qué estaré tan solo en este mundo idiota? Mi familia se limita solo a pasarme la comida y, muy de vez en cuando, me sacan de esta maldita casa y me llevan a pasear. Necesito alguien que me comprenda, alguien que sea como yo, que piense como yo. Alguien con quien compartir las horas mirando por la ventana. Sí, eso: una novia, una compañera. ¡Qué feliz sería! Seríamos dos en la misma situación y la vida se haría más llevadera. En el barrio no faltarían las murmuradoras de siempre. Pero no me importarían. Yo sólo busco mi felicidad. Yo sólo quiero estar con alguien con quien compartir mis penas y mis pocas alegrías. No puedo soportar la idea de volverme viejo y no poder sentirme libre, contento. No soporto la idea de saber que algún día moriré sin haber vivido a pleno la vida. Esta ventana y esta calle me van a graduar de filósofo existencialista.
¡Ni amigos tengo! Nadie con quien mirar de noche el cielo estrellado. Nadie con quien compartir un plato de comida ni un poco de agua. Nadie a quien contarle mis secretos, escuchar los suyos, reír o llorar juntos, correr por el césped sintiendo un poco más libre nuestra vida. Nadie que me diga que todo esto es así porque sí, que me haga ver con otros ojos la realidad. Nadie con quien pelearme y reconciliarme. No tengo a nadie. Estoy solo y sin amigos. ¿Tendrán amigos todos los que veo pasar por la calle? ¿Existirán los amigos?
Por la ventana veo pasar la gente. Y es esa misma gente la que ve pasar los días de su vida sin darse cuenta de que poco a poco se va muriendo. Es esa misma gente la que no se da cuenta de que el mundo sigue dando vueltas sin detenerse y que ellos son los que giran junto con él. Es la gente que pasa frente a mi ventana y no me ve. No se dan cuenta de que mientras ellos envejecen y se van muriendo poco a poco con sus problemas cotidianos, yo también me voy muriendo lentamente, pero de aburrimiento, de tristeza, de soledad.
¡Qué vida de perros me tocó vivir! No hago más que ladrar y mover la cola con alegría, siempre festejando a los pocos que me acarician. Siempre perdonando a todos cuando me pegan o cuando me retan porque me escapé de casa. Siempre moviendo la cola para que me tiren un hueso o algo para comer. ¡Así es la vida! Unos nacen hombres, otros nacemos perros. No hago más que ver la gente que pasa por la calle desde mi ventana. Siempre hay que mover la cola o bajar la cabeza... ¡Júpiter, a bañarse!... Y obedecer.

8 comentarios:

  1. Los pensamientos de un hombre, ¿o quizá un can?, dentro del cuerpo de un sabueso. A veces se confunden.

    Muy buen relato.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  2. Basta interrogarNos de frente, de cara a Nos, para ladrar las preguntas que no somos capaces de hacernos, las respuestas que una y otra vez, nos negamos... Gracias, Felis -Sergio, Fideo, Pedro o Próximo-Prójimo- por tu estancia en la palabra comprometida! Un beso!

    ResponderEliminar
  3. Lo lindo de todo esto es que te encontrás con Otros que entienden a la perfección lo que Uno quiere decir (o no, pero están igual). Si hace falta hacer hablar a un perro para expresarNos, todo vale.

    ResponderEliminar
  4. Cómo se parece esto a la vida de una persona... despierta sentimientos, imágenes, tal vez de la vejez o la niñez, o la adolescencia, esas edades de pensamientos y de diversas soledades. Supe estar frente a una ventana también...

    ResponderEliminar
  5. Somos todos perros, siempre atados a lo que no podemos modificar.

    Y nada se puede modificar.

    Excelente como siempre.

    Beso para vos Felis

    ResponderEliminar
  6. Muy bueno, después de leerlo recordé que hubo veces en que agobiado por muchas cosas, sentí envidia por la vida de un perro....que se le va a hacer, son etapas que uno fue viviendo y que suman para construir ese ser reflexivo que tendemos a ser.
    Felicitaciones!

    ResponderEliminar
  7. Excelente, describe etapas de la vida que aunque creamos que terminan siempre regresan...
    Persiguiendo el por qué y encontrando cada vez más dudas...

    ResponderEliminar